HISTORIA EN EL ESCENARIO

28/Febrero/2017 | C.C. CROM

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos cumple cien años de su promulgación (1917-2017) una de las mejores en el mundo según afirman los expertos en materia de leyes, por ello, vale la pena recordar la historia del recinto en la que fue creada nuestra Carta Magna: El Teatro de la República, ubicado en el bello estado de Querétaro, hasta donde se trasladó el equipo de CROM Vanguardia Laboral para comprobar la belleza del lugar.
Es la avenida Juárez esquina con Ángela Peralta, en el Centro Histórico de Querétaro, donde se ubica el Teatro de la República, edificio que en 1901, fue el primero de la ciudad en iluminarse con energía eléctrica.
La construcción de este recinto teatral, estilo neoclásico, inició en 1845 a petición del entonces Gobernador de Querétaro Héctor Flores, quien le encarga al Arquitecto Camilo San Germán el proyecto, pero fue el Ingeniero inglés Thomas Surplice el encargado de realizar la majestuosa obra de sobrias líneas en el exterior y sencilla elegancia en su interior. Inaugurado el 2 de mayo de 1852 bajo la administración estatal de Ramón Canal de Samaniego, presentándose la obertura “Iturbide” de Bonifacio Sánchez, y la puesta en escena “Por dinero baila el perro y por el pan si se lo dan”. Originalmente fue llamado Gran Teatro de Iturbide, luego Teatro Iturbide, y desde 1922 Teatro de la República.
Para el 16 de septiembre de 1854, el Teatro Iturbide se convirtió en el escenario perfecto de un gran acontecimiento cívico: el estreno del Himno Nacional Mexicano ante diversas personalidades destacadas de la sociedad mexicana.
Fue en este mismo lugar, donde en 1867, se reunió el consejo de guerra que sentenció a muerte al Archiduque Maximiliano de Habsburgo y a los Generales Imperialistas Miguel Miramón y Tomás Mejía por sus actos cometidos contra el pueblo mexicano.
El 27 de Noviembre de 1916, el Teatro Iturbide abre sus puertas para recibir al Congreso Constituyente con la finalidad de formular, discutir y aprobar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. A la sesión del 1 de diciembre asistió el Presidente de la República Mexicana Venustiano Carranza, para el 31 de enero de 1917 el Congreso Constituyente dio por terminadas sus labores, en ese mismo acto tanto el Presidente como los Diputados, juraron cumplir y hacer cumplir la Carta Magna, misma que fue promulgada el 5 de Febrero de 1917, para entrar en vigor a partir de esa fecha hasta nuestros días.
En 1921, el jurista José María Truchuelo, Gobernador del estado, ordenó ciertos cambios en el Teatro Iturbide que fueron encomendados al Ingeniero queretano Miguel Montes, tales como la ampliación del escenario, la construcción de camerinos, la remodelación de localidades altas y la sustitución de viejas puertas de madera por magníficas verjas de hierro, forjadas por modestos artífices locales. Al inaugurar estas mejoras el 5 de febrero de 1922, Truchuelo en acuerdo con la ciudadanía, expidió un decreto para modificar el nombre del recinto y lo convirtió en Teatro de la República.
En 1929 se instaló la convención que formó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) antecedente del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En 1933 se formula el Plan Sexenal para el primer periodo presidencial de 6 años, el cual aplicó a partir de la administración de Lázaro Cárdenas.

Teatro de la República en la actualidad

Desde luego que ahí no termina la historia del Teatro de la República, desde los años 90, a finales para ser más exactos, es sede de la Orquesta Filarmónica de Querétaro; además de selectos eventos culturales y políticos. En 2008 se removieron de su fachada varias placas conmemorativas, dándole más vistosidad. En el primer piso hay una galería con fotos y frases escritas por los constituyentes, asimismo, en el escenario están inscritos en letras de oro los nombres de los estados y sus diputados que participaron en 1917.
El 5 de febrero de cada año, hay una ceremonia oficial para conmemorar un aniversario más de la Constitución; generalmente asisten el Presidente de México, congresistas, gobernadores y otros altos funcionarios. Sin embargo, este 2017 la celebración se convirtió en algo representativo por tratarse del centenario de la promulgación de nuestra Carta Magna.
Cabe aclarar que el Teatro de la República, hasta noviembre de 2016, era propiedad privada, pertenecía a la Fundación Josefa Vergara, cuyo Presidente Jaime García Olivares declaró reiteradamente: “Es justo y necesario que el dueño de este inmueble sea el pueblo de México y no la fundación, por eso lo hemos puesto a la venta por cien millones de pesos”.

Teatro de la República queretano propiedad del Senado

El Senado de la Republica formalizó, el pasado 30 de noviembre, la compra del Teatro de la República, por 100 millones de pesos, no obstante, se requirieron otros 30 millones de pesos para su remodelación a fin de que este inmueble estuviera listo para los festejos del Centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el 5 de febrero del 2017.
En diversos medios de comunicación, el Presidente del Senado, Pablo Escudero, en su calidad de representante jurídico para la adquisición del teatro, detalló que los recursos salieron del capítulo 2000 y 3000 del Presupuesto de la Cámara alta.
El legislador explicó que el Senado será el administrador, pero se buscará otra figura para su funcionamiento, puede ser un patronato. “Con la ayuda de los expertos podremos hacer de este recinto también un museo, un museo virtual, donde podamos proyectar esos discursos de los constitucionalistas”.
Otros hechos históricos que hacen del Teatro de la República un inmueble que todo mexicano debe conocer son:
Una de las dos calles en donde se ubica al Teatro es Ángela Peralta, arteria que se llamó así porque la cantante soprano mexicana del siglo XIX se presentaba en el recinto e incluso se dice que en un par de ocasiones estuvieron presentes Maximiliano y Carlota.
El teatro es una obra arquitectónica del neoclásico sencillo y casi el cien por ciento de su estructura sigue conservando la originalidad. Las obras de restauración han sido mínimas.
Se dice que en la época de Maximiliano el inmueble se quedó sin techo, debido a que el original era de zinc, mineral que se utilizó para hacer balas y combatir al emperador.